Esto impregna las relaciones laborales de una dura asimetría.
No hay mérito que yo haga, ni crédito que se me reconozca por no pertenecer a su gente.
Me juzgan con vara injusta ya que yo debo hacer mucho trabajo y los "dirigentes" no.
Estan viendo si me pueden dejar fuera del sistema para poner a los suyos.
El mundo se ha transformado en algo bastante inhóspito.
Pero yo tengo mi lugar, el que he obtenido y construido con mis capacidades y trabajo.
Ante todas estas cosas debo mantener mi calma, la que nadie, ni yo debe confundir con mansedumbre.
No mando, no dirijo. Trabajo bien, hago todo mi trabajo sin reticencia. Trabajo con alegría. No temo a las injusticias porque caen solas por su peso. Me siento un diamante y aunque el barro me cubra sigo siendo diamante.
Me iré cuando la vida me demuestre que ya no es mi lugar. Mi paz y buen espíritu me mantienen a salvo
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